El problema de mi fraternidad, de si realmente soy hermano de todos los hombres, no es lo que yo sienta en mi corazón, sino que el problema real es que los demás se puedan sentir hermanos míos cuando se crucen conmigo. Aquí es donde me juego la fraternidad: ¿qué le importa al otro que yo en mi “corazoncito” lo sienta como hermano, si él me ve como un erizo?
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Respirando Juntos
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